En octubre de 2019 se realizaron dos transferencias a un proveedor, y, a pesar de que el beneficiario de esas transferencias era la empresa a la que, en un principio, se dirigían, el IBAN de las mismas resultó ser erróneo. Ese error se debió a un email en el que se suplantaba a la empresa, por lo que los fondos de la transferencia acabaron en una cuenta bancaria de titularidad desconocida.
El caso arriba descrito llegó a la Audiencia Provincial de Valencia, no obstante, a día de hoy, cada vez son más los casos de phising, esto es, la técnica utilizada para obtener información personal y bancaria de los usuarios, por medio de la cual se envían mensajes suplantando a una entidad para engañar.
Los tipos de estafa más frecuente son: suplantar la identidad del banco, suplantar la identidad de correos, suplantación de identidad en diferentes usuarios de redes sociales y suplantar la identidad de Microsoft. Pero, ¿tiene la entidad bancaria responsabilidad?
La Audiencia Provincial de Valencia en la sentencia nº343 estableció lo siguiente en cuanto al caso referido: «La cuestión radica en la consideración del carácter “esencial” o no de la indicación del destinatario (…), sin embargo, ello no puede llevarnos a concluir que esté exenta por ello la entidad bancaria de comprobar la concordancia de titularidad del destinatario, con la cuenta corriente a que se refiere el IBAN facilitado».
Esta última interpretación nos parece más acorde con la protección debida al usuario de los servicios bancarios, y a las obligaciones propias de las entidades que ofrecen los servicios telemáticos, que son conocedoras de las crecientes actuaciones ilícitas o estafas que proliferan aprovechando las nuevas tecnologías, y que desarrollan mecanismos técnicos con el fin de ofrecer un sistema lo más seguro posible para el usuario, como parte igualmente de su oferta de servicios.
La realidad, por tanto, es que los bancos pueden tener responsabilidad. Y, por eso, os animamos a que contactasteis con un despacho especialista en asuntos bancarios.
